Necesitamos la naturaleza posiblemente más de lo que intuimos, más de lo que a veces damos por hecho. A lo largo de la historia la hemos grabado y tatuado en el paisaje o incluso en nuestros artificios en forma (o no) de arquitectura, la hemos cubierto y protegido como una parte anterior de nosotros, la hemos confinado y recreado tras una cerca o un muro en forma de Edén ajardinado, un vergel para las más voluptuosas satisfacciones: un jardín de las Delicias.1 En ocasiones también hemos pretendido habitar no en el jardín, sino en el bosque, en las entrañas de un mundo alejado ya de cualquier artificio, huella o manufactura: habitar en la utopía de una naturaleza inmaculada. Habitar en el origen.
La pequeña ciudad finlandesa de Tapiola fue fundada a mediados del siglo pasado precisamente con la naturaleza como eje vertebrador de cualquier intervención urbana o arquitectónica.2 Una de las propuestas más interesantes fue la desarrollada entre 1961 y 1964 por Pentti Ahola en su conocida agrupación de casas patio: las construcciones de una sola planta organizan la vivienda unidad en forma de U frente a un bloque lineal que integra sauna y habitación de invitados. Entre ambas piezas surge un espacio abierto al bosque -podemos llamarlo patio- como un lugar para la naturaleza. A diferencia del patio mediterráneo, el espacio abierto carece aquí de límites precisos, diríamos que el bosque exterior no es delimitado sino acogido, prolongado hasta un espacio interior que se despliega simétricamente hacia la naturaleza: el patio como lugar humanizado sin la necesidad -paradójicamente- de nuestra presencia.3
En ocasiones hemos pretendido habitar no en el jardín, sino en el bosque. El patio de Pentti Ahola supone un ejercicio de delicada continuidad con el afuera, una ventana hacia un tiempo anterior, un periscopio, una invitación abierta a nuestros orígenes.4 Cabe preguntarse tal vez si todo patio no supone una verdadera oportunidad para fines tan considerables, desde el impluvium romano al patio de los Arrayanes, desde el jardín japonés a las casas patio de Mies: espacios de continuidad, excavaciones a cielo abierto o el patio como un lugar de culto a la Naturaleza. Arquitectura y paisaje. Civilización y cultura. Presente y origen. Sobriedad y liturgia. Presentimos lo mucho que aún nos falta por descifrar en torno a la Naturaleza del patio.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Mayo 2016.
Autor de Parráfos de arquitectura #arquiParrafos
Notas:
1 La etimología de jardín tiene una raíz indoeuropea (ghorto) común a todas las lenguas del grupo (cerramiento, cerca). Visto en: Alain Roger, Breve tratado del paisaje, Madrid, Gallimard, 2007. También publicado en: Antonella Pietrogrande, «El jardín imaginado», en Paisaje Mediterráneo, Milán, Electa, 1992.
2 Ver Tapiola, DPA 22, Barcelona, UPC, 2006.
3 Nótese que el espacio abierto no sirve de acceso ni es por descontado una estancia fundamental del programa en el riguroso clima finlandés.
4 No obstante la palabra que da nombre a la ciudad «Tapiola» procede de Tapio, el Dios del Bosque en la mitología finlandesa, según se expresa en el poema épico del Kalevala.