«Si la proclama de que la ciudad debe ser para todos resulta necesaria es porque se olvida con frecuencia la justificación última de nuestro oficio: que la arquitectura no es sino la manifestación de un conocimiento que ha de ser solidario y generoso. La obra de Paulo Mendes da Rocha es intensa y arriesgada, tanto por su materialidad como por sus planteamientos estructurales. Pero en esta selección de entrevistas descubrimos que, para él, lo más importante no son los edificios sino la técnica en cuanto sabiduría ante la naturaleza, la observación como herramienta crítica y la inteligencia como el más sensible instrumento de análisis en torno a lo humano, la ciudad y la casa. La arquitectura viene después, pero si la ciudad no es de todos, si la arquitectura no nos lo demuestra, entonces, no es nada.»
José María García del Monte.
Paulo Mendes da Rocha pasó su niñez entre la casa de sus abuelos maternos en la ciudad de Vitória —la capital portuaria de Espírito Santo donde nació en octubre de 1928— y la isla de Paquetá, en aguas de la bahía de Guanabara, en Río de Janeiro, a la sazón capital del país y lugardonde residía la familia Mendes da Rocha. En 1940, la familia del arquitecto se instaló en la ciudad de São Paulo, en cuya universidad — Universidad de São Paulo— su padre, Paulo Menezes Mendes da Rocha, había sido nombrado catedrático de Recursos Navales y Portuarios de la Escuela Politécnica, institución que Mendes da Rocha padre dirigió entre 1943 y 1947. Sin salir de São Paulo, Mendes da Rocha hijo terminó en 1954 sus estudios de arquitectura, en la Universidad Mackenzie, y empezó a labrarse una sólida carrera proyectando casas, escuelas, edificios de apartamentos, museos, muebles, escenografías teatrales y varios proyectos urbanísticos. Poco después de titularse en la universidad, Mendes da Rocha ganó el concurso nacional para la construcción del centro deportivo del Club Atlético Paulistano. Este trabajo le valió el reconocimiento del público y el gran premio de la VI Bienal de São Paulo, en 1961. En 1968, el arquitecto ganó el concurso nacional para la construcción del pabellón brasileño de la Exposición Universal de Osaka de 1970 y en 1969 viajó a esa ciudad para seguir de cerca el desarrollo de las obras. Entre otros galardones de carácter internacional, Mendes da Rocha es miembro honorario del Colegio de Arquitectos de Lisboa, ha recibido el premio de la Fundación Mies van der Rohe por su proyecto para la Pinacoteca de São Paulo y en 2000 fue elegido para representar a Brasil en la Bienal de Venecia. En 2006, recibió el Premio Pritzker. En paralelo a su trabajo en el estudio, Paulo ingresó en el mundo académico a mediados de la década de 1960 de la mano de su buen amigo Vilanova Artigas, uno de los arquitectos más destacados de Brasil. Ambos arquitectos dieron un nuevo impulso a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de São Paulo con un enfoque social y humanístico que tendría una gran influencia en las generaciones venideras de arquitectos y artistas.