José Ramón Sierra Delgado. Catedrático de la Universidad de Sevilla y artista reconocido internacionalmente- nos desvela un concepto de Patrimonio entendido como amplio conjunto de visiones y entendimientos contradictorios; un nexo de unión entre arte y arquitectura que traza de la imprecisa frontera del territorio de las afectivas selecciones personales; como referente para pretenciosas y vacías declaraciones defensivas de clausura y protectorado; y también como camino y puerta abierta al horizonte del arte.
El movimiento dadá, considerado como la más importante revolución de las artes de la modernidad y desde el que proceden tantas cosas como: la fascinación por la máquina y el cuestionamiento de la autoría, el reconocimiento de un único y transversal espíritu interdisciplinar que ata sonidos, palabras, gemidos y gestos, donde el ímpetu de la vanguardia se acerca y toca a las herencias de la tradición; se reconozca y se perciba como el espacio donde nace y del que se alimenta la arquitectura contemporánea.
Genealogía mínima del no-lugar.
Concepción García en Jotdown
Contemplar un paisaje conlleva entablar
un diálogo entre lo visible y lo invisible y es en esta dicotomía donde
se sitúa la atracción reciente por la incertidumbre del patio interior,
como ejemplo de las mil y una imágenes vinculadas a la ‘parte trasera’
de la ciudad, una especie de veto doméstico cuya visibilidad no es
recogida por ninguna guía turística, escenarios de la vida cotidiana que
funcionan de soporte para múltiples posibilidades, una estética del
descampado que ilustra la cualidad contemporánea de lo que todavía está
por hacer. El no-lugar nace como concepto que encierra esta
nueva subjetividad y se presenta como aquello que no sabemos nombrar, al
igual que la ruina poética de Piranesi para los románticos, o más adelante la reivindicación del suburbio como localización literaria para Baudelaire.
Una lírica de extrarradio que se ha colado casi a hurtadillas en
nuestra imaginería, a modo de concepto líquido que trata de definir el
lugar de la incerteza.
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Merz, o el arte del todo | jotdown
La palabra Merz es una casualidad. Aparece en un fragmento de
papel olvidado, un pedazo de recibo o nota bancaria que encierra las
cuatro letras: m-e-r-z, pero que en realidad ha sido extraída de la
palabra
Kommerz, nombre propio de una entidad bancaria alemana, la Kommerz
Bank. En palabras de su descubridor, el artista alemán Kurt Schwitters,
“Merz es una palabra que no significa nada”, se reduce así pues, a un
sonoro neologismo elegido para nombrar un movimiento artístico.
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Concepción García
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