«Constant change has been the backdrop to our lives. But the nature of changes has changed.»
Peter Buchanan empieza así de contundente un ensayo publicado en The Architectural Review1. Así también empezaba hace casi un par de años uno de mis artículos La naturaleza del cambio. The nature of change has changed. Sin embargo no ha sido hasta hace bien poco, que la idea del cambio de la naturaleza del cambio ha tenido un significado lúcido para mi.
La primera idea de cambio, parece hoy algo menos que indiscutible. Ni la atávica resistencia al cambio del espíritu conservador de los individuos, al menos de ciertos individuos, ni la colección ingente de datos y realidades objetivas que ponen en primer plano la magnitud de las transformaciones, están en entredicho a día de hoy.
En otras palabras, por mucha resistencia a cambiar que exista en el ambiente, nadie pone en duda que todo ha cambiado en estos últimos 40 o 50 años. Y cuando digo todo, no me refiero a una simple generalización, sino que la manera como lo entendemos todo, ha dado un vuelco radical. Y es así hasta tal punto, que la tradición, antaño un sujeto conceptual e intelectual de enorme valor en la arquitectura, se ha convertido en algo totalmente inservible. Hoy, apelar a la tradición, a los valores del pasado, a una cierto vector continuo de la historia, no deja de esconder más que una actitud melancólica, y una incapacidad por asumir la complejidad de nuestros tiempos.
Para ser claros, apelar a la tradición es mirar hacia adelante por el retrovisor, un acto contranatura, peligroso en tanto que otorga una falsa seguridad y anémico en cuanto a sus resultados.
Esto no quiere decir en absoluto que no debamos prestar atención al pasado. Todo lo contrario. Traer el pasado hacia el presente es absolutamente necesario en arquitectura, e incluso me atrevería a decir que más pertinente que nunca. No confundamos términos. Asumir que la tradición, por naturaleza un código y un cuerpo de conocimiento inmutable y cerrado, es hoy inservible para la arquitectura, no significa que el pasado no deba ser tomado en cuenta.
La interpretación del pasado, la idea de contemporaneizar el pasado para hacerlo operativo en arquitectura me parece básico. Construir un posicionamiento respecto del tiempo pasado, aproximando y arrastrando esa condición pretérita a un activo productivo para entender el presente y aún más, proyectarlo hacia el futuro, es a todas luces un ejercicio clave y muy nutritivo para la arquitectura. En otras palabras, entender que el pasado es también una estructura de código abierto, y no un mausoleo de ideas fraguadas, en central.
Es por estas razones que encuentro especialmente acertada la argumentación de Buchanan cuando acaba con esta afirmación parafraseando a Einstein:
«The conceptual thinking still conforms to the paradigm of modernity. But as Einstein pointed out, a problem cannot be solved with the same level of thinking as created it.»
La velocidad, la escala y la transversalidad de los cambios contemporáneos han mutado de naturaleza y ya no son una contraprogramación a la modernidad.
La paradoja que encierra la primera afirmación de Buchanan, acerca del cambio de la naturaleza cambio es brutal. En pocas palabras, lo que esta afirmación representa es que no solamente vivimos en una sociedad de cambio, que esta en pleno proceso de cambio, sino que además la manera en como este cambio se produce, está también cambiando constantemente. Usando un símil biológico, hablaríamos de un virus determinado que no solamente está provocando cambios en un organismo, sino que este virus está constantemente mutando, por lo que es imposible determinar la pautas y las claves del comportamiento de estos cambios y por tanto es imposible predecir su afectación al organismo.
En otras palabras, el cambio de la naturaleza del cambio es un cambio al cuadrado, basado en la indeterminación de sus pautas de comportamiento. Quizás es por eso que provoca tanta incertidumbre. El cambio constante de modelo de cambio acecha a nociones de seguridad, de predicción y por tanto de inmutabilidad. Nada es previsible.
No creo estar exagerando. El modelo social que lentamente se va imponiendo en nuestras ciudades esta regido por una inmediatez y una instantaneidad que provoca no poca sensación de vértigo. Si a eso sumamos que las fuerzas económicas han encontrado un filón para encadenarnos a lógicas de consumo aceleradas, no vemos la oportunidad ni el tiempo de bajar el ritmo, ni de ir digiriendo los procesos de cambio constantes.
En realidad, esta es la gran paradoja de la arquitectura, y a su vez el gran reto. Incorporar un tiempo cambiante, un vector de reversibilidad en todo aquello que diseñamos y pensamos para que sea capaz a la vez, de permanecer y de cambiar.
Miquel Lacasta Codorniu. Doctor arquitecto
Barcelona, abril 2014
1 BUCHANAN, Peter, The Big Rethink. Towards a Complete Architecture. The Architectural Review, Londres, Diciembre 2011.