En ocasiones el espacio de trabajo resulta de premisas bien definidas como la luz, el orden o la propia capacidad de producción. No es el caso del taller de pintura, cuyo esquema depende fundamentalmente de las conexiones entre el modo de hacer del propio pintor y su estilo de vida. En cualquier caso, parece que luz y espacio deben ser los dos ingredientes básicos para la creación, categorías cuidadosamente calculadas por el propio autor como marco y estímulo necesario para su propia creatividad.
Sin embargo ¿qué ocurre cuando la acción productiva supera el espacio y la luz, cuando el orden desaparece por completo, cuando la acción es de tal intensidad que puede producir el borrado de la arquitectura?1
En la imagen Picasso juega a la comba con sus hijos en un espacio inundado por su propia obra omnipresente. Habitar, jugar y trabajar se producen simultáneamente en el espacio doméstico, ya que Picasso evita la construcción de un estudio propio separado de la casa a la manera de Miró (Sert) o Tàpies (Coderch). Picasso trabaja en el comedor, en la terraza o en el baño: la casa será playground y taller, el lugar donde comer, dormir o recibir en bañador a visitas distinguidas. Sin embargo, esta imagen de tiempo detenido tomada en la “Villa California” (Cannes) en 1957, representa un corto periodo comprendido entre 1955 y 1961.
Picasso basa su producción y estilo de vida en un nomadismo cuyo origen tal vez pueda encontrarse, precisamente, en los procesos de saturación del espacio doméstico.
El malagueño convierte sus casas en talleres de producción continuada, sin medida y sobre cualquier soporte, acumulando lienzos y vasijas, dibujos y esculturas en un interesante ejercicio de borrado interior: desaparecen primero los muros, después las ventanas y suelos, hasta que su trabajo inunda el espacio interior y éste se reduce al límite de lo habitable. Después, la casa es abandonada y con ella toda la producción artística acumulada en el interior: Picasso se marcha tan solo con su bañador y con sus perros. Lo importante no es la luz, ni tampoco el espacio, ni tan siquiera su propia obra. Lo verdaderamente valioso será la acción, el momento de la producción, la excitación del trabajo creativo en esa atmósfera vacacional de sus palacios rurales en la Costa Azul. Acción y borrado:
“Todo acto de creación es en primer lugar un acto de destrucción”.2
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Abril 2014
Autor de Parráfos de arquitectura #arquiParrafos
Notas:
1 El uso de la palabra “borrado” hace referencia no a la desaparición, sino al momento de la creación que plantea nuevas posibilidades desde el re-aparecer: “Borrar es acto entre actos”. Ver Tesis de Uriel Seguí “Borrar: acción espaciadora”, ETSAM 2005.
2 Pablo Picasso. En 1961 abandona la “Villa California” (en la imagen) y toda su obra producida en el interior para instalarse primero en el Château de Vauvenargues, y después en Mougins hasta su muerte en 1973. Unos meses después se procede a la apertura de la villa: llevó más de tres años catalogar e inventariar el enorme tesoro que la casa guardaba; el Museo Picasso de París fue fundado específicamente para recoger la totalidad de sus fondos.