Las estructuras de mástiles y membranas tensadas en cubierta alcanzan un importante grado de perfeccionamiento en el Estadio Olímpico de Múnich ’72, diseñado por el arquitecto alemán Frei Otto. Obras antecesoras abrieron el camino y sentaron las bases de este singular modelo de cobertura a base de cables, nudos y rótulas bajo delgadas películas aéreas: la nave de la feria de Raleigh, Carolina del Norte, Mattew Nowicki 1950-53; el pabellón Philips para la exposición Mundial de Bruselas, Xenakis – Le Corbusier 1958; el estadio de hockey de la universidad de Yale, New Haven, Eero Saarinen 1958; o las conocidas naves deportivas para las olimpiadas de Tokio ’64, Kenzo Tange 1961-64.
En la imagen un operario se encuentra sentado a gran altura sobre uno de los cables del olímpico alemán revelando la verdadera escala de los nudos, piezas gigantescas de acero de fundición diseñadas por pares simétricos de cinco rótulas. Si se observa con atención, pueden detectarse las líneas de fuerza principales: la inferior – derecha conecta con el suelo; hacia la izquierda, con el cable interior circular que conforma el labio interno de la cobertura; hacia arriba los cables encontrarán la necesaria verticalidad del mástil. Para soportar las tensiones laterales producidas por las membranas, transparentes como el ala de una mosca, los nudos se unen entre sí a través de una cuarta rótula, sirviendo la quinta y última como anclaje de las propias velas desplegadas desde una segunda pinza trapezoidal en forma de marciano del Space Invader. Un nudo, cinco rótulas.
Cuánta tracción. La tensión tiene sus razones,1 la resistencia sus propias servidumbres y limitaciones. Cuenta Alejandro de la Sota que el proyecto le pareció excepcional, pero la obra le decepcionó profundamente. La maqueta del proyecto prometía hilos y veladuras, tejidos ondulantes y transparentes sobre una estructura invisible, finísima, sugerida como las lineas que forman las constelaciones. La abstracción inmaterial y las leyes de la física necesitan alcanzar acuerdos. La arquitectura de las ideas resulta tan necesaria como peligrosa al margen de la materia, al margen de la naturaleza de sus tensiones, ese pulso nervioso que desde el gótico expresa la ilusión de una gravedad ligera;2 la ilusión de una poderosa solidez desmenuzada en el espacio; la gravedad sometida y ordenada a través de unas pocas, pero reveladoras, líneas de fuerza.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Marzo 2015.
Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas:
1 Razón: (6) Orden y método en algo
2 Ver Las formas ilusorias en la Arquitectura Moderna, Antón Capitel (Madrid: Tanais, 2004).