Escribo esta nota motivado por dos conversaciones mantenidas hace un tiempo, ambas tocaron el tema desde ángulos distintos pero convergentes en el sentido de la vigencia de la Arquitectura Moderna en nuestros tiempos.
La primera fue con el arquitecto Rubén Pesci a partir del análisis de un proyecto en el que estamos trabajando. Discutíamos sobre la composición y relación geométrica de unos volúmenes, por un lado estábamos el arquitecto Carlos Rosas y mi persona sustentando unas propuestas a implementar y por el otro Rubén reclamando que además de geometría deberíamos considerar las sensaciones que queríamos generar en los posibles usuarios.
La experiencia de un arquitecto que ha sabido ser Moderno y contemporáneo supo reclamar que la arquitectura para ser vigente no debe limitarse a ser una entelequia destinada a unos cuantos seres ilustrados, sino que el sentido de esa entelequia debe ser el de satisfacer a las personas que habitarán la obra. Esto no significa que debamos diseñar a partir de sensaciones, la arquitectura es un hecho concreto y no subjetivo. Lo que sí significa es que todo nuestro esfuerzo programático, tecnológico, constructivo y agudeza formal debe tener siempre como objetivo el responder a los futuros usuarios. Una arquitectura que no se debe a la gente deja de ser arquitectura y pasa a ser alguna forma de arte -en el mejor de los casos-, cuando no una estafa al cliente.
La segunda conversación fue con el arquitecto Sebastián Adamo luego de la conferencia que dio con su socio Marcelo Faiden en La Plata. Si bien ya conocía la obra del joven estudio no les había oído explicar su obra y motivaciones proyectuales. Como escribí en la pasada publicación del Edificio Arribeños, destaco enormemente la profunda reflexión que lleva cada uno de sus trabajos. No hay proyecto “chico” sin que cada proyecto es una nueva posibilidad de investigar y desarrollar la arquitectura. Se reconocen Modernos como arquitectos pero reconocen la sociedad posmoderna en la que están insertos. Esto puede sonar contradictorio, pero no lo es en absoluto. Conversando con Sebastián concluimos que son los atributos fundamentales de la arquitectura Moderna (función, estructura, construcción y forma) lo que le dan plena vigencia en nuestros tiempos.
Para una sociedad como nunca antes en movimiento y permanente cambio, la mejor respuesta es una arquitectura que tienda a la universalidad desde la búsqueda directa de dar respuesta a la necesidad de habitar, y sin rasgos estéticos que la anclen a un tiempo que es pasado antes de ser vigente. La versatilidad que da el abordaje funcional y constructivo nos permite pensar edificios capaces de resolver múltiples usos y transformaciones. La respuesta a la demanda de habitar es tecnológica y objetiva, he allí la base de su vigencia: no se involucra en discusiones conceptuales y teóricas sino propone con soluciones concretas que responden a variables reales: el hombre y el ambiente. El campo de discusión es el programático, constructivo, tecnológico y formal.
Como afirma Helio Piñon en su libro Teoría del Proyecto, para que se de el gran paso del Neoclasicismo a al Modernidad hubo además de importantes factores sociales, una importante evolución tecnológica que puso en evidencia la caducidad del sistema estético hasta entonces vigente. La Arquitectura Moderna surge en el contexto del Movimiento Moderno, pero no se agota cuando éste termina su ciclo histórico; el mundo evoluciona desde lo social hacia la posmodernidad y la arquitectura madura en los fundamentos antes mencionados de la Modernidad.
Será necesaria una nueva revolución tecnológica y estética para poder hablar de la caducidad de la Arquitectura Moderna. Los movimientos que surgieron con el nombre de Posmodernos cayeron en desuso antes de madurar. Pretendieron sustituir un sistema universal desde la abstracción, basado en lo constructivo y visual con un sistema fundamentado en conceptos y teorías lejanas al oficio, individuales e indiscutibles desde su origen personal y subjetivo. Un edificio Moderno se analiza desde su respuesta al programa (usuarios), ambiente, tecnologías aplicadas (construcción) y sentido de la forma. Cuando se pretende utilizar estos parámetros para revisar uno posmoderno, se contestan las observaciones con respuestas subjetivas y hasta afectivas, ajenas en su mayoría al campo de la arquitectura (entendida como el arte –y no solo oficio- de construir).
Se afirmó que la Arquitectura Moderna reniega de su pasado y contexto, nada más equivocado. La Arquitectura Moderna es mucho más consciente que la Neoclásica, dado que se nutre de ambos para la elaboración del proyecto. No impone estructuras estéticas predefinidas sino construye estructuras formales basadas en las variables particulares analizadas: responde directamente al hombre y al ambiente.
En nuestros días se está catalogando como arquitectura moderna a una que pretende confundir a la sociedad mediante el uso de elementos formales obtenidos de edificios modernos. Nunca menos Moderna una obra dado que convierte el proceso de proyecto en una simple aplicación de estilos. Nunca más confundida una sociedad que cuando uno presenta un proyecto Moderno no es reconocido como tal porque no cumple con el estereotipo de “moderno”. Esa arquitectura “moderna” está condenada a la pronta caducidad en cuanto se constituye como un estilo, como una moda.
Tampoco es Moderna esa arquitectura que bajo el sobrenombre de “minimalista” pretende simplificar el complejo proceso del proyecto en un gesto “escultórico”, “mínimo”. El arte y música minimalista tiene un sustento y una búsqueda, no puede existir una arquitectura minimalista en cuanto ésta no puede prescindir de los componentes básicos que le dan sustento. Lo que si puede darse es que un arquitecto se nutra del arte minimalista para trabajar sus espacios.
Esas imágenes de ambientes vacíos, blancos para parecer “puros”, inhabitados, pueden ser cualquier cosa menos arquitectura. Una “arquitectura” que necesita prescindir del habitante para mostrarse pierde sentido.
Aldo G. Facho Dede · Arquitecto Autor del Blog Habitar: Ambiente+Arquitectura+Ciudad
Lima · enero 2013
La arquitectura moderna es un estilo arquitectónico que nace en la década de 1920 como respuesta a la industrialización acelerada y los cambios sociales, esta tiene sus orígenes en Europa y los Estados Unidos. La estilo de arquitectura moderna se caracterizo por el uso de nuevos materiales y tecnología avanzada, rechazando ideas, estilos antiguos, tradicionales e históricos, y ornamentación. El modernismo enfatizó la función, la simplicidad y la racionalidad, y creó nuevas formas de expresión con una nueva estética.
«En
nuestros días se está catalogando como arquitectura moderna a una que
pretende confundir a la sociedad mediante el uso de elementos formales
obtenidos de edificios modernos. Nunca menos Moderna una obra dado que
convierte el proceso de proyecto en una simple aplicación de estilos.
Nunca más confundida una sociedad que cuando uno presenta un proyecto
Moderno no es reconocido como tal porque no cumple con el estereotipo de
“moderno”. Esa arquitectura “moderna” está condenada a la pronta
caducidad en cuanto se constituye como un estilo, como una moda.»
Aldo Facho Dede