La exposición, resultado de varios años de trabajo en colaboración con el Zentrum Paul Klee de Berna, se apoya en el que quizá sea uno de los proyectos de investigación sobre el artista más relevante de las últimas décadas: la reciente edición crítica del así llamado «legado pedagógico» de Klee. La muestra permite articular una selección de 137 obras entre pinturas, acuarelas y dibujos, realizados entre 1899 y 1940, con casi un centenar de manuscritos seleccionados entre las notas de las clases de Klee en la Bauhaus, que representan cada uno de los 24 capítulos que componen los textos de Klee.
Cuenta, además, con objetos y documentos que van desde fotografías de época hasta los herbarios del artista, pasando por sus lecturas, las fuentes documentales de sus reflexiones, sus escritos, sus cuadernos de dibujo y sus publicaciones, un variado material que contextualiza adecuadamente su vida y su trabajo en la Bauhaus de Weimar y Dessau y ayuda a poner de manifiesto las influencias mutuas entre su teoría y su práctica artística a lo largo de toda su vida.
Con el nombre de «legado pedagógico» de Klee se conoce hasta hoy un conjunto de textos tan heteróclito como fascinante: casi 4.000 páginas manuscritas de Klee en las que éste recogió sus reflexiones e investigaciones teórico-prácticas –plagadas de llamativos diagramas, esquemas, tablas, escalas de color, construcciones y dibujos¬– en torno a la forma pictórica, sus regularidades, sus normas y su génesis; a la geometría, el plano y el volumen; al movimiento, las estructuras de la naturaleza y las de los artificios, las configuraciones plásticas, el ritmo o el color. Se trata, en definitiva, de un conjunto de reflexiones sobre la vida de las formas sin el que no pueden entenderse de manera concluyente ni la teoría del arte ni el propio hacer artístico de Klee, dos ámbitos que –como es obvio en el caso del artista–, se hacen eco mutuamente.
Sin embargo, y pesar de la significación y de la importancia de esos escritos, hasta ahora apenas dos exposiciones se habían apoyado explícitamente en ellos para plantear un discurso visual que se ocupara de las relaciones entre la obra y la enseñanza de Klee; sin duda a causa, al menos en parte, de que todo ese riquísimo material, tan rico en sugerencias como difícil de interpretar, se encontraba en un estado poco practicable para la interpretación y el análisis.
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Paul Klee: maestro de la Bauhaus
22 de marzo 2013 – 30 de junio 2013
Fundación Juan March
Madrid, España
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Paul Klee, maestro de brujos
Color, ritmo, naturaleza, construcción y movimiento. Sobre estos cinco temas, Paul Klee
(Berna, 1879-Tesino,1940) desplegó su creación artística y las
enseñanzas que durante una década impartió en la Bauhaus. Considerado un
artista mágico, un maestro al que le importaba mostrar el proceso más
que el resultado, su legado pedagógico vertebra la exposición Paul Klee. Maestro de la Bauhaus que hasta el 30 de junio se puede ver en la sede madrileña de la Fundación Juan March (Castelló, 77).
El llamado legado pedagógico de Klee está formado por
4.000 páginas manuscritas en las que el artista suizo resume sus diez
años de profesor en la Bauhaus. Son reflexiones e investigaciones en
torno a la forma pictórica, las estructuras de la naturaleza, las
configuraciones plásticas, el ritmo y el color. A modo de testimonios de
ese legado, se exponen 136 obras entre pinturas, dibujos y acuarelas
firmadas entre 1899 y 1940, prestadas por el Zentrum Paul Klee (Berna) y
museos y colecciones particulares de Suiza, Alemania, Francia, Estados
Unidos y España.
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Ángeles García
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/22/actualidad/1363982101_687447.html
Paul Klee, en la teoría y en la práctica
Paul Klee (1879-1940) sabía ser realmente meticuloso. Podía resultar
obsesivo y voraz. Y tremendamente prolífico. En sus años como profesor
de Teoría de la Forma en la utopía docente de la Bauhaus de Walter
Gropius, primero en Weimar y luego en Dessau,amasó un corpus
teórico-estético a la medida de su personalidad excesiva: cuatro mil
páginas de cuadernos llenas de anotaciones, diagramas y dibujos que
servían al pintor para enfrentarse a una rutina laboral mantenida entre
1920 y 1931. Las clases no parecían lo suyo: se quejaba del tiempo que
le robaban a su hiperactividad creativa en el taller. Llegaba al aula,
garabateaba en la pizarra y no miraba a la cara de sus alumnos, más que
artistas de caballete, arquitectos o diseñadores, hijos de la vanguardia
que dignificó las artes aplicadas.
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Iker Seisdedos
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/15/actualidad/1363379627_618812.html