La Costa Cálida ha sido parte de la transformación del litoral español durante las últimas décadas, marcada profundamente por la expansión y la masificación de edificaciones vacacionales. Enclavada en una de esas urbanizaciones cercanas a la playa, la intervención surge ante un encargo singular: abandonar la idea de limitarse al interior de un piso de playa por el deseo de vivir su exterior.
La propuesta se centra en la redefinición de espacio exterior, convirtiéndolo en el epicentro de la vida cotidiana y desafiando las convenciones habitacionales tan asociadas tradicionalmente a la vivienda vacacional. El proyecto, consciente de que la terraza previa era inhabitable y prácticamente en desuso, opta por ceder a la llamada de la naturaleza que linda con el lugar y redefine su forma de habitarlo. Este nuevo enfoque surge como respuesta al deseo de disfrutar del clima privilegiado de la zona y celebrar fiestas con amigos y reuniones familiares durante todo el año con vistas al mar.
La intervención propone una actuación monolítica, casi escultórica. Un suelo continuo de hormigón que se convierte en banco y pabellón, y éste, a su vez, en sombra. Se busca establecer un diálogo con su paisaje natural. Frente a las arquitecturas vacacionales que la rodean, se opta por una uniformidad material que deviene de lo tectónico, capaz de absorber la pátina que se va formando con el tiempo, con la brisa, lo que permite que se integre aún más con el lugar, con el entorno colindante que no es más que su naturaleza misma. Tras el banco aparece el jardín relleno de grava que, con el tiempo, será de nuevo recolonizado por las resistentes plantas autóctonas que circundan el lugar.
Es una infraestructura con lo fundamental. Un espacio versátil y acogedor que invita a pasar tiempo al aire libre, disfrutando del sonido de la naturaleza y de la brisa con olor a sal. El diseño no sólo responde a criterios estéticos y tradicionales, sino que refleja la adaptación a las nuevas formas de habitar el espacio.
Así, el patio se convierte en un refugio funcional, con todo lo necesario para vivir placenteramente sin tener que recurrir constantemente al interior de la casa. Esa decisión se alinea con la búsqueda de un equilibrio entre la comodidad que brinda el espacio privado y la necesidad de conectarse con el entorno natural.
La naturaleza desértica de la zona es un ejemplo de resiliencia, de adaptación y supervivencia. Con el paso de los años ha ido volviendo a coger terreno, tomando las rendijas entre los solados, o reabsorbiendo los solares abandonados.
Una austeridad de la que surge la neutralidad del patio y del pabellón, que admite gran flexibilidad y adaptación a las distintas actividades y necesidades. El patio-pabellón: una infraestructura y un telón de fondo que abraza una forma de vida que celebra la conexión con el paisaje y la libertad espacial en un entorno costero.
Obra: Limoncico Vibes
Autores: Navas Santoyo Atelier (Alba Jiménez Navas y Mario Martínez Santoyo)
Cliente: Privado
Superficie: 80 m2
Año: 2023
Ubicación: Murcia, España
Fotografía: Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán + Rocío Romero)
+ navassantoyo.com