Diálogo con Kenneth Frampton
Casi cerrado el ciclo de los “research papers”, escritos en el año sabático parado en la Columbia University, Kenneth Frampton me citó una tarde de abril, antes de mi perceptivo viaje trimestral a España. Y mantuvimos un diálogo cuyo interés creo suficiente como para ser transcrito tal como tuvo lugar. Quedamos en el restaurante italiano de Amsterdam Avenue al que Frampton suele ir y nos sentamos en la misma mesa de siempre, él con una copa de Riesling, y yo con un café expreso doble.
Aunque la conversación empezó con mis encendidos elogios al concierto que había asistido unos días antes en el Avery Fischer Hall del Lincoln Center, con las Vísperas Solemnes de Mozart, el Requiem de Lauridsen y el Requiem de Fauré, pasamos enseguida a hablar de Arquitectura. Y entonces él pronunció la palabra “intensity” como cualidad imprescindible para toda Arquitectura que merezca la pena. Y aunque yo había decidido ya cerrar el ciclo de mis research papers, tan interesante me pareció la charla, que tomé la determinación de transcribirla y añadirla como adenda a mis Principia Architectonica…
Tras pronunciar la palabra mágica “intensity”, acordamos cómo las tres condiciones deseables para un arquitecto que merezca la pena son: construir obras radicales, ejercer la docencia a fondo y elaborar textos profundos con los que transmitir las razones en las que aquellos trabajos y esta docencia se basan. Ideas, dibujos y palabras, como si de las tres patas de una mesa se tratara.1
Tomo prestado este fragmento de unos de los libros de este verano, Principia Architectonica de Alberto Campo Baeza. Y lo tomo prestado porque en plena lectura canicular, entre los vapores del vino y las humedades estivales, me alegra, me sorprende y me excita, que Kenneth Frampton, hoy tan apartado, renegado y en buena parte olvidado, amortizado, diría elegantemente, siga desde sus más de 80 años tocando hueso de aquello que la arquitectura es, en su esencia: un ejercicio de intensidad.
La acertada sinopsis de Campo Baeza, no da para menos, ideas, dibujos y palabras. Por contagio, exactamente esto es lo que quería decir cuando hace una par de años empecé con la idea de hacer un blog y que se resume en el catálogo de intenciones de axonométrica como
«la representación de una idea referida a tres ejes ortogonales: la teoría, la práctica y la docencia de la arquitectura. El cuarto eje es el tiempo que todo lo envuelve.»
Porque este cuarto eje es el otro gran universo al que la arquitectura se enfrenta: el tiempo.
Intensidad y tiempo como estrategia de implicación de relaciones, formulaciones y afirmaciones arquitectónicas.
Por supuesto la intensidad es primero una actitud del arquitecto y después una cualidad espacial, en el caso de llegar a conseguirlo, de un proyecto de arquitectura. El tiempo es la materia con el que la arquitectura se proyecta, se construye y se vive. La intensidad remite al cómo y el tiempo remite al qué.
Para completar esta pareja Frampton/Campo Baeza, y siguiendo con un arquitecto que parece también haber hallado una especie de tiempo suspendido en su obra, su docencia y sus textos, recuerdo una reseña de Maribel Martín de agosto del 2005, acerca de la exposición en el Kursaal de San Sebastián de Rafael Moneo, que titulaba Moneo, el arquitecto de la intensidad.2
Y es que estos tres arquitectos, asumiendo que por supuesto también hay otros, en sus obras más destacadas3, en la implicación docente que han ejercido a lo largo de toda su trayectoria y en la contundencia de sus reflexiones plasmadas en sus textos, parecen haber conseguido trascender el tiempo de la contemporaneidad, entendida esta como el tiempo de la urgencia del aquí y el ahora, y su trabajo consigue mantener un tiempo suspendido, un tiempo que intuyo que mediante ingentes dosis de intensidad, se mantiene siempre acertado, adecuado, incluso que diría, fresco.
No se si consigo explicarme. Hay una noción que durante años ha ido saliendo en discusiones en el despacho, en la universidad, o en charlas de barra de bar con otros colegas, que es la noción de contemporaneidad atemporal. Esta idea de tiempo contemporáneo, firmemente anclado en ese aquí y ahora pero capaz de dar una respuesta nítida, precisa y coherente tanto a referencias de un tiempo pasado, como a tiempos venideros que están por llegar, es el tiempo aspiracional de toda arquitectura.
Para que nos entendamos y evitar de paso juzgar un ejemplo de arquitectura específico. Si nos desplazamos al campo del diseño industrial, pondría sin dudar en la categoría de contemporaneidad atemporal el brillante y todavía hoy radicalmente actual diseño de la Montesa Impala de Leopoldo Milá. Cada vez que veo alguna de estas maravillas mecánicas, vuelve a mi cabeza, con fijación, la idea de contemporaneidad atemporal.
Sin duda en arquitectura, el peso y el paso de la historia, ayuda a que ciertos proyectos, ciertas ideas y ciertas actitudes docentes se fijen de forma paulatina. Sin embargo el tiempo suspendido de los arquitectos mencionados, consiguen producir mediante un ejercicio sumamente intenso de su profesión, una atmosfera de tiempo suspendido que propicia que sus edificios, sus ideas y su docencia, de forma prácticamente inmediata, se transformen en arquitectura contemporáneamente atemporal.
No consigo entrever mayor ambición genuina, ni una mejor manera de legitimar la profesión de arquitecto, que la de dedicarse con intensidad extrema, a dar forma al tiempo.
«Y convivimos en cómo esta intensidad en la Arquitectura habla no sólo de la Verdad necesaria para llegar a la Belleza de una obra, sino también de la fuerza que debe tener para llegar a producirnos esa Suspensión del Tiempo que sólo las mejores creaciones artísticas son capaces de provocar».4
En la imagen, la expresión gráfica de la intensidad acústica medida como potencia por unidad de superficie. Esta gráfica, sin saber a día de hoy cual es la posible relación, creo que habla más de arquitectura que de otra cosa. En todo caso si fuéramos capaces de calcular la potencia arquitectónica por unidad de superficie, o mejor, por unidad de volumen, quizás podríamos entender algunos de sus misterios.
Miquel Lacasta Codorniu. Doctor arquitecto
Barcelona, Septiembre 2014
Notas
1 CAMPO BAEZA, Alberto, Principia Architectonica, Colección Textos de Arquitectura y Diseño, Ed. Diseño Editorial, Buenos Aires, 2013
2 Ver, Maribel Marín Yarza, «Moneo, el arquitecto de la intensidad», El País
3 En el caso de Kenneth Frampton, al que no se le conocen proyectos de arquitectura, se puede considerar que es precisamente una cierta estructura del tiempo histórico, el gran proyecto edificado por Frampton durante toda su carrera como teórico y crítico.
4 Op. Cit., CAMPO BAEZA, Alberto, 2013.