La silla de alambre se compone de 30,8 metros de alambre, 308 soldaduras, 286 agujeros y cuatro patas: una descripción técnica prometedora, que nos habla de ligereza. El que la forma de cubrirla con dos triángulos de piel se llame habitualmente bikini o una de sus bases sea conocida como Torre Eiffel nos acaba de situar en el mundo de los Eames.
Sus investigaciones con los materiales, de gran intensidad (madera laminada, fibra de vidrio, aluminio, en algún lado Ray cuenta que en el estudio diseñaban hasta la maquinaria para construir sus muebles), siempre acaban en objetos fáciles de usar, llenos de vida, que nos hablan de aviones y playas, juegos de niños y tablas de surf, hilos de colores y máscaras africanas.
Como en un buen truco de magia, todo parece estar hecho sin esfuerzo. Alison y Peter Smithson nos recuerdan que estas sillas son las primeras que, en una habitación vacía, pueden estar en cualquier posición, como si se hubieran posado allí; pertenecen a los ocupantes, no al edificio.
Los Eames vivieron en California, tierra de los Mac y de David Carson, y nos hacen pensar en un paradigma en que la excelencia técnica se lleva bien con el sol y con el mar, con la amplitud, con las ganas de vivir.
José Villacé
vigo. mayo 2012
notas:
[1] Imagen Einige Entwicklungsmodelle für die Schale des Wire Chair, 1951 [fuente: ottowagner.com]