En 1974 Mariano Bayón entrevista a un Alejandro de la Sota apartado de la Academia, al margen ya de la parafernalia cultural de la arquitectura, un ambiente del que se aparta voluntariamente:
“escribiré algo en una revista de constructores, para constructores”.1
Sin duda, el interés de Sota por las cuestiones disciplinares le alejan de un paisaje teórico excitado por las publicaciones en España de los textos de Aldo Rossi o Robert Venturi y Denise Scott Brown a principios de los 702. El mundo de la experimentación tecnológica, cuya bandera ondea sin ninguna duda durante toda la modernidad, daba paso a las atmósferas de especulación intelectual y el debate académico se traslada progresivamente de la arquitectura a la ciudad, un ámbito del que Sota habla muy poco: tal vez no fuera su escala.
La entrevista de Mariano Bayón transita cómodamente dentro de los cauces culturales propios del maestro gallego: su reciente encuentro con Jean Prouvé, su interés por los catálogos comerciales o las sugerencias tecnológicas procedentes del mundo deportivo (desde la bota de esquiar a la cápsula de montaña). Sin embargo, hacia el final de la entrevista, Bayón aborda el tema espinoso de la asimilación popular de la arquitectura experimental:
“Apareció sobre el tapete, casi sin pretenderlo, la pregunta que se hacía públicamente Colin Rowe: ¿un arquitecto que apunta a la experimentación continuada, puede participar del ideal de una arquitectura destinada a ser popular e inteligible?”.3
La cuestión no es sencilla, menos aún en 1974, planteando dos conceptos extraviados y en la práctica excluyentes: experimentación y ciudadanía4.
Más allá de la experimentación tecnológica o los paisajes teóricos a los que Sota prestaba aparentemente tan poca atención5, hoy la innovación tiene más que ver con la gestión de procesos, flujos intangibles en mayor o menor medida ya sean éstos sociales, medioambientales, energéticos, económicos o culturales. Hablar hoy de cualquier experimentación tecnológica, por ejemplo en la fabricación digital o en la monitorización de prototipos, es hablar también de ciudadanía, territorio, energía, comunicación, recursos o residuos6. ¿Se puede dejar de pensar la arquitectura en términos de escalas diferentes y desconectadas (el objeto, el edificio, la ciudad, el territorio, el planeta) y re-comenzar la consideración de todas las escalas a la vez? ¿Se puede establecer una metodología inter-escalar para el proyecto de arquitectura? Utopía o interescalaridad.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Septiembre 2014. Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas:
1 Alejandro de la Sota en “Conversación con Alejandro de la Sota desde su propio arresto domiciliario”, por Mariano Bayón, ARQUITECTURAS BIS nºI, mayo 1974, págs 25-27.
2 La primera edición en España de (por ejemplo) Complejidad y Contradicción en la Arquitectura, Robert Venturi y Dennis Scott Brown, 1966, se produce en 1972, Barcelona, editorial Gustavo Gili.
3 Mariano Bayón, “Conversación con Alejandro de la Sota desde su propio arresto domiciliario”, ARQUITECTURAS BIS nºI, mayo 1974, págs. 25-27.
4 La desafección del Movimiento Moderno por el proyecto urbano o la historia de la ciudad fue tratada años más tarde por Aldo Rossi en “La Ciudad Análoga”, Bienal de Venecia 1976, o Colin Rowe en “Collage City”, MIT Press, Boston, 1984.
5 Transferencias que por cierto ahondaron aún más si cabe en la brecha entre arquitectura y sociedad. Ver “Transferencias” por Brijuni en Collage Conceptual, Recolectores Urbanos, Sevilla, 2014, págs. 69-72. Editado por ASA.
7 Ver Ecología e Industrialización. Blog de la Fundación Arquía.