
La arquitectura, por naturaleza, se vincula con el acto de la permanencia, esa necesidad de buscar un refugio que resista en el tiempo. Hoy en día, podemos asistir a la eucaristía en el Panteón de Roma,1 edificio que tiene más de 2000 años de antigüedad, evidencia una arquitectura que refleja esa idea de robustez y permanencia, casi que hablar de ella “para siempre”; sin embargo, más allá de un ejemplo atípico y todo lo que significa ese legado de la arquitectura convertida en patrimonio de la humanidad, la arquitectura contemporánea, cotidiana y “doméstica” enfrenta hoy más que nunca, cambios vertiginosos dentro del contexto urbano, ya ni siquiera pensar en el palimpsesto como estrategia, porque no llega (desde mi punto de vista) a representar una huella significativa esta arquitectura “vencida”, y pasando directamente a la tabula rasa,2 sin intención en este momento de poner juicio de valor sobre ella.
“Todas las ciudades genéricas derivan de la Tábula Rasa; si no había nada, ahora están allí; si había algo, ahora lo han remplazado. Deben hacerlo, ya que de otra manera serían históricas”. La Ciudad Genérica R. Koolhaas 1997

En este sentido, voy al punto que me trae aquí, el abandono de mucha arquitectura: En un caso particular como el centro de Santiago de Chile, edificios comerciales que antes eran nodos de actividad, permanecen cerrados, calles antes vibrantes se silencian como ruinas prematuras de una economía cambiante.
El comercio se desplaza, los habitantes migran. Pero los edificios quedan, atrapados en un destino incierto, “vencidos” y me refiero de esta forma porque al parecer ya nadie quiere usarlos, dejando vacíos importantes dentro del tejido urbano, se hablaba hasta octubre del año pasado (2024), el cierre de aproximadamente 900 locales comerciales, más de 68.000m2 vacantes,3 pero esto no es nuevo, ni es único de Chile, es algo ya cíclico y estudiado por muchos.
Ciudades enteras atraviesan ciclos de ocupación y abandono, de auge y decadencia, fomentar expansión hacia las periferias y luego los procesos de gentrificación y obsolescencia, sin embargo, esto trae consigo parafraseando el libro de Jane Jacobs, muerte y vida de los centros urbanos. En lugar de testigos del tiempo, se convierten en rígidos fantasmas urbanos.

Entendiendo que estos procesos están caracterizados por distintas aristas, la realidad de las ciudades es fluida, mutante, y su estructura responde a los cambios económicos, políticos, sociales y tecnológicos, pero es que ¿acaso no es la arquitectura una arista más de esa geometría compleja o se limita a ser una consecuencia del momento? O es que ¿Se sigue diseñando con la pretensión de la eternidad o se empieza a ver la arquitectura, al igual que la ciudad actual: flexible, adaptable y, en algunos casos, ¿efímera?
¿Es la obsolescencia un problema económico-social o de la forma en que pensamos la arquitectura?
Por otra parte, no estoy cuestionando que en vez de hacer arquitectura que dure significativamente en el tiempo y sea relevante, se siga generando más “espacio basura”4 como lo llamo Koolhas hace más de 10 años y creo que sigue estando vigente su apreciación, el tema pasa por reflexionar que, no toda la arquitectura se convertirá en patrimonio y en esa arquitectura domestica que comente al principio como abordarla para que también pueda ser significativa y que si pueda dejar huella de algo sustantivo de este tiempo y no algo absolutamente efímero o desechable, que no sea como una ciclovía inaugurada en una ciudad cercana a Santiago que a los 6 meses de inaugurada, la han demolido,5 -aunque esto sea un ejemplo igual de único que el Panteón-.
Para terminar, creo que se habla de diseñar desde la sostenibilidad, de flexibilidad, sin embargo, seguimos proyectando estructuras con expectativas no reales, pensando en la adaptabilidad como una cualidad secundaria, cuando podría ser (¿por qué no?) la esencia de una nueva arquitectura que comprenda la ciudad como un organismo en movimiento, entender que el mundo actual se mueve rápidamente.
Las modas cambian, los mercados fluctúan, la tecnología acelera transformaciones que antes tomaban generaciones y en este contexto, la arquitectura no puede seguir ajena a la velocidad del cambio. No creo que se trate solo de la adaptabilidad como un ideal estético o programático, sino de un hecho fáctico: el abandono de edificios es una realidad que la arquitectura debe enfrentar.
Quizá es momento de preguntarnos si el verdadero fracaso arquitectónico no está en la demolición-construcción-demolición, sino en la imposibilidad de transformarse.
Ya no es viable seguir pensando en la demolición y reconstrucción como la solución predeterminada. Cada edificio en desuso es un testimonio de una falla en la planificación urbana, en la relación entre la ciudad y sus habitantes, en la manera en que concebimos el ciclo de vida de las construcciones. La obsolescencia arquitectónica no es solo un problema de economía o función; es una cuestión de cómo aceptamos el tiempo y la transformación.
Notas:
1 Panteón de Roma. Desde el año 609 la Basílica de Santa María ad Martyres, más conocida como el Panteón de Roma, se ha utilizado para la alabanza de Dios, la oración personal y pública de los fieles, la celebración dominical de la Eucaristía. Esperamos que esta visita sea un momento fuerte para usted como turista para darle la oportunidad de convertirse en un peregrino.
2 Koolhaas, R. (1995). La ciudad genérica. En R. Koolhaas, B. Mau, & H. Werlemann (Eds.), S, M, L, XL. The Monacelli Press.
3 Cerca de 900 comercios cerrados en el centro de Santiago y vacancia de oficinas disparada.
4 Koolhaas, R. (2002). Espacio basura. October, N° 100.
5 Eliminan ciclovía a tan solo 6 meses de su inauguración.