Por primera vez una monografía económica, una edición actualizada y ampliada, del arquitecto noruego Sverre Fehn, un voluminoso documento ampliamente ilustrado con dibujos y fotografías, analiza la obra del arquitecto para explorar la relación entre naturaleza y artificio con una introducción a cargo de Francesco Dal Co, monografía sobre el trabajo de Sverre Fehn, obra por obra, la peculiar simbiosis que presenta la arquitectura entre el moderno formal lenguaje y las tradiciones locales de las regiones de las que provino.
Invenciones estructurales que caracterizan tanto lo construido como los proyectos de obras, desarrollan de manera coherente la lección aprendida en los años de aprendizaje en el taller de Jean Prouvé.
Su arquitectura, de carácter constructivo simple, contenido estrictamente funcional, expresión se mezclan en un equilibrio compositivo que impide el funcionamiento libre tanto como la exaltación de la técnica de la calidad de los materiales plástica.
Tapa blanda: 309 páginas
Editor: Mondadori Electa (1 de marzo de 2007)
Colección: Architettura paperback
Idioma: Italiano
Un genio escondido de la arquitecturta mundial. Un personaje destacado de la cultura del espacio.
Ni dentro ni fuera: el lugar del verano
Por: Anatxu Zabalbeascoa | 02 de septiembre de 2011
«Entre naturaleza y la tecnología, gana la naturaleza”, escribió Sverre Fehn
(1924-2009). Entre el interior y el exterior es mejor que no gane nadie,
se deduce de su trabajo. El arquitecto noruego diseñó el que todavía es
el mejor edificio de los jardines de la Bienal de Venecia. Y su lección
permanece inalterable con el paso del tiempo. El pabellón, que ideó en
1958 para representar a los países nórdicos, se impuso a los proyectos
que Reima Pietila envió, desde Finlandia, y Klas Anshelm desde Suecia.
El edificio era, es, una arquitectura pensada para el lugar y desde el
lugar. Pero también tenía en cuenta el tiempo. Todos los tiempos: el
paso de los años y el de las estaciones. El paso de casi cinco décadas
no ha hecho mella en la estructura de hormigón blanco (mezcla de arena
blanca, cemento blanco y mármol triturado) que refleja la luz del norte.
Sin embargo, el paso de las horas, y el de las estaciones, sí
transforma ese rectángulo de 400 metros cuadrados abierto por dos de sus
lados. Es esa falta de cerramientos (en realidad puertas correderas de
vidrio con carpinterías de madera), son esas aperturas las que hacen de
un prisma un espacio indefinido y doblemente rico, algo que fascinaba a
Fehn cuando en sus viviendas subrayaba la importancia de los lugares
indefinidos que no son ni interior ni exterior. O que consiguen ser las
dos cosas a la vez.
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