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Little boxes bRijUNi Rivas Vaciamadrid (pero podría ser cualquier otro sitio)
Rivas Vaciamadrid (pero podría ser cualquier otro sitio)

Hace pocos años, durante opíparas reuniones de orondos promotores y alcaldes, avezados comedores de gambas y jamón del bueno, se supo que al ritmo de construcción, el suelo (de la Comunidad de Madrid, por ejemplo) se agotaría antes del año 2030. Hoy todo aquel derroche queda muy lejos, aunque no tanto como el pronóstico truncado.

Treinta años antes, el arquitecto Antonio Miranda, catedrático de proyectos de la Escuela pública madrileña, escribía en un periódico nacional alertando sobre el frenesí suburbano que incluso el Ministerio de Obras Públicas y Vivienda alentaba entonces. A propósito de su Elogio de la medianería urbana. Problemas de los desarrollos en vivienda unifamiliar aislada, Miranda discutía un modelo que consumía suelo sin aportar nada a favor de la cohesión social de nuestra incipiente sociedad democrática. Este modelo no sólo no ha sido superado sino que sigue vigente y no se discute su existencia o validez.

Aunque hoy deberíamos tener superado este modelo suburbano de ciudad desperdigada o desparramada (las sprawl cities americanas retratadas en tantas series y libros), alcaldes y promotores, ávidos los unos de ingresar tasas por obras (cuando no cosas peores vía re-calificaciones) y los otros de increíbles plusvalías,1 se han dedicado a perpetuar el crecimiento de ciudades y pueblos multiplicando su extensión de forma exponencial mientras su población crecía linealmente.

El arquitecto-urbanista ha desaparecido de la faz de la tierra y ha sido sustituido por el político-promotor ya sea en su faceta calificadora de terrenos (siempre ayudado de un mal arquitecto que ejerce el pinta y colorea urbanizador cobrando cutremente por ello en la mayoría de los casos) o en la de cortador de cintas inaugurando dotaciones inútiles o mal dimensionadas, de forma que cada pueblo, dado que la cultura es gratis y para todos, tiene un auditorio y un pabellón de exposiciones o congresos, a ser posible edificios separados, no polivalentes y compitiendo en tamaño y ausencia de programación de contenidos.

Una semana sí, otro también, la prensa ofrece testimonios de arquitectos de éxito que reconocen la muerte del urbanismo a manos de políticos o empresas, clientes al fin y al cabo, dueños de nuestros destinos. Fernando de Terán, a propósito del 150 centenario del Plan Cerdá barcelonés, apuntaba lo siguiente:

“El de urbanista es un trabajo muy frustrante. Casi nunca ves tu plan realizado y por el camino todo son luchas y complicaciones. En España, por ejemplo, en los últimos años se ha consumido mucho suelo, mucho territorio y mucho litoral. Pero el problema fundamental es de naturaliza política. La disciplina tiene una experiencia muy sólida, ha evolucionado y cuenta con modelos para comparar que le dan una buena base de actuación. Es verdad que estamos atados por un modelo jurídico de urbanístico que no permite innovaciones y no recoge esta experiencia, pero la situación no es desesperada. Incluso con lo que hay, si los políticos hicieran caso de los urbanistas la situación mejoraría mucho. La mayoría estamos de acuerdo en que hay que limitar esta ciudad difusa que se expande sin control consumiendo gran cantidad de recursos, pero lo que piden los políticos son planes que les permitan hacer este tipo de ciudad, y eso es lo que se hace. Lo he comprobado, la mayor parte de los planes en el litoral valenciano son de este tipo, de ciudad difusa y dispersa. Están aprobados, son legales y nadie ha protestado. Es más, ganan elecciones con mayorías absolutas. Están respaldados política y socialmente”.

Al contrario de lo que ocurre en cuanto al tema residencial, donde la excusa de la vivienda social se ha convocado concursos con resultados muy dispares (casi siempre de colores, nada de blanco y negro, eso sí), en urbanismo no hay apenas apuestas desde lo público, único lugar desde donde puede producirse un cambio en la mortecina tendencia actual.

Como consecuencia de todo ello, la ciudad, o el centro de nuestras ciudades, nuestro downtown, queda abandonado y pronto aparecen lacras urbanas como las que Vicente Patón describía hace unos años. Entre ellas, y dado que este espacio debiera ser accesible e inteligible por la ciudadanía y no sólo por la, muchas veces, plomiza profesión, rescataremos de su texto de manera directa las siguientes: aparatos de aire acondicionado, cables, tuberías y antenas en fachadas, cierres de terrazas, balcones y áticos, graffiti y rótulos publicitarios. Nuestras leyes son tan rematadamente malas, además de ser muchísimas, que ni siquiera son capaces de controlar algo aparentemente tan sencillo como que un edificio nuevo no debería ser pasto de aparatos de climatización al no tener previsto un espacio en cubierta para ellos. La degradación empieza en el minuto uno de la ocupación y se extiende desde ahí, fachada arriba hacía las cubiertas, y hacia abajo hacía la calle, según los supuestos antes enunciados.

De manera aún más pesimista y triste escribió Antonio Muñoz Molina sobre Úbeda, la ciudad de sus niñez, con un patrimonio histórico-artístico impresionante en manos de gobernantes incultos y carentes de acierto, comparando (sí, porqué no) Europa con esta España que pudo ser y por ahora no es y así no va a ser:

“Viajando por Europa uno descubre con envidia cómo en pueblos pequeños y en ciudades provinciales el cuidado en la preservación de lo más valioso del legado del tiempo es perfectamente compatible con el progreso tecnológico y tiene la ventaja práctica de hacer la vida más gustosa y crear una duradera riqueza: en España se empieza por arrasarlo todo, Cuando más se alimentaban los orgullos locales y las lealtades vernáculas a lo largo de los últimos treinta años más impunemente se han destruido paisajes. El orgullo local separado de la conciencia cívica es paletería, igual el patriotismo sin ciudadanía es fanatismo. Se inventan pasado y se alimentan nostalgias rústicas al mismo tiempo que se impone la ignorancia y se borran las huellas del pasado verdadero, el que habría sido tan fértil para mejorar el porvenir”.

De camino en Madrid, en al población de La Carolina (joya urbanística), nos informaron, que se presentó un impresentable plan general que con el beneplácito de un joven y prepotente equipo de gobierno, apostó por un modelo basado en el coche sin considerar el uso de la bicicleta como medio de transporte alternativo en una ciudad casi totalmente plana y con calle amplias. Más miradas, esta vez internacionales y lanzadas directamente desde el star-system más discutible, abundan en la imposibilidad, incluso para ellos, de hacer nada. Gehry contestaba así a una pregunta sobre si los arquitectos piensan demasiado en los edificios olvidándose de las ciudades, afirmando su impotencia, de camino la de Norman Foster.

“El urbanismo está en manos de constructores, las grandes firmas del ladrillo y el paisaje, los políticos. Nosotros somos arquitectos y servimos a los clientes. Ellos nos invitan, nosotros no podemos llegar e imponernos. Las grandes firmas no llaman a los arquitectos, tienen los suyos. Yo lo intenté Brooklyn, pero fracasé. Habrá que seguir intentándolo. Quería hacer un plan de ciudad escolar, y no salió. Lo retrasaron varias veces, llegó la crisis y fue imposible. En Estados Unidos, el urbanismo está muerto. Y los arquitectos no contamos nada. Hay que meterse demasiado en política. Y a veces ni eso sirve. Foster va a hacer urbanismo en Abu Dhabi. Cuando lo haya acabado, estaremos en silla de ruedas. Está teniendo problemas. Su sueño era diez veces mejor que lo que hay en los planos”.

Para terminar como empezábamos, Antonio Miranda de nuevo arrojó algo de luz sobre el tema de los centros históricos de nuestras ciudades aportando ejemplos como Bolonia y Verona en el lado positivo,

“Conviene por eso tener, presente, como ejemplo negativo, el caso del Centro disecado de Cáceres convertido en ciudad fantasma o escenográfica carente de vida cotidiana y real. Así mismo la taxidermia efectuada sobre Santillana del Mar, convertida en repulsivo parque comercial y temático; porque en una ciudad parasitada por el comercio turístico, la “revitalización” será fatalmente falsa y mortuoria resurrección, como la practicada por un taxidermista sobre un animal muerto. En contraste merece la pena estudiar el caso de Segovia que, quizá con menos patrimonio monumental, ha conseguido mantener su vida ciudadana a lo largo de las 24 horas del día, gracias a la voluntad de sostenibilidad simultánea aplicada a los habitantes originales y a la infraestructura edificada.

Frente a ese panorama de tan escasas virtudes, debe ser objetivo de todo Plan conseguir una sana y gran heterogeneidad poblacional que garantice el dinamismo vital de la zona. Esa deseable heterogeneidad -que tiende a darse por defecto si no se le oponen grandes obstáculos- coincide con la diversidad cultural, étnica, económica, generacional, etc. Evitar en el Centro cualquier zoning horizontal, evitar el ghetto y la marginalidad, mantener y multiplicar el pequeño comercio o empresa familiar, rehabilitar masivamente (es intolerable la permanencia de un neochabolismo de infraviviendas sin inodoro como aún tenemos que padecer como vergüenza europea), perfeccionar el espacio público… son políticas que no pueden esperar, por ardua que sea la tarea.

La mejor Teoría de la Arquitectura nos enseña que el verdadero arquitecto entiendo cualquier espacio como un espacio interior. Bajo este criterio, que ya sido comprobado en algunas ciudades europeas, es probable que cualquier problema resulte secundario ante el asunto axial, capital, principal cuya solución parece resultar imprescindible previa a cualquier otra buena intención. A saber: El espacio público, concebido como ámbito de habitar interior puede ser el vector de arranque óptimo para cualquier operación política valiosa y de gran alcance. Y en un espacio público -concebido como doméstico, al modo de Alberti- la peatonalización es esencial, substancial, preliminar. Los atributos infernales del ardor, el humo, el ruido, la prisa motorizada, etc. deben quedar fuera del Centro. Así, se obtendrá una peatonalización (quizás con matices y horarios) sin la cual el espacio público, es decir el sistema sanguíneo y el conjuntivo del Centro Histórico no tienen salvación. Bajo esta premisa, la alta calidad del espacio público determinará al nuevo y mejor ciudadano tanto como éste determinará aquella alta calidad integral”.

Little boxes bRijUNi Publicidad turística de Santillana del Mar
Publicidad turística de Santillana del Mar

Al final, lo único que nos ofrece esta nueva vida-urbanización proyectada desde los despachos de concejales de urbanismo y de oficinas de arquitectos serviles es una versión descafeinada y mucho más aburrida de la ficción americana, con lo cual, casi mejor enchufarse a la tele y olvidarse de que España es así.

bRijUNi architects (Beatriz Villanueva y Francisco Javier Casas Cobo).
Riyadh (Arabia Saudí), Octubre 2009

Notas: 

1 En un reciente conferencia en el día de la arquitectura en Madrid, el arquitecto y urbanisto Manuel Ayllón comparó las plusvalías obtenidas por los promotores en el época referida con las de los traficantes de marihuana, también de tres dígitos, frente a las del El Corte Inglés, de uno sólo.

2 La pista completa de la música original del vídeo “Little Boxes” que introduce la serie “Weeds” puedes escucharse aquí.

Podéis disfrutar de más lectura en su libro Crónicas distantes. Del oasis al desierto.

bRijUNi arquitectos
bRijUNi arquitectoshttps://www.brijuni.studio/
Beatriz Villanueva es Doctora arquitecta en Proyectos arquitectónicos avanzados, Máster en Arquitectura, Master en Proyectos Arquitectónicos Avanzados por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y Máster en Gestión de Espacios Virtuales por la Fundación Camuñas, Escuela de Arquitectura del C.E.U., Madrid. Francisco J. Casas es Doctor Arquitecto en Comunicación Arquitectónica (ETSA Madrid), Máster en Análisis, Teoría e Historia de la Arquitectura (ETSA Madrid) y profesor en el College of Engineering de Alfailsal University en Riad (Arabia Saudí). Fueron Embajadores de la IV Bienal Arquia Próxima y Comisarios de “Menáge a Trois”, “F. A. Q.”, “Portfolio Speed Dating” y “Tres (2013) y Cuatro (2014-15) sesiones Al Borde de la Crítica” y de la exposición "Couples & Co.: 22 Mirror Stories of Spanish Architecture" en Berlín (2015), Hamburgo (2016) y Sevilla (2016). Han sido profesores en IED Madrid, MADinU Salamanca, Universidad Europea de Madrid, UCJC, ETSA Zaragoza USJ y Summer School AA (Londres). Viven en Riad (Arabia Saudí) desde agosto de 2014 y son profesores en Prince Sultan University y Alfaisal University respectivamente. Beatriz Villanueva es Arquitecta, Master en Gestión de Espacios Virtuales, Master en Proyectos Arquitectónicos Avanzados y PhD (ABD) con su tesis “Arquitectura y Compromiso. Actualización y revisión crítica de los manifiestos de arquitectura”, dentro del grupo ARKRIT de teoría y crítica (ETSAM). Francisco J. Casas es Arquitecto, Master en Análisis, Teoría e Historia de la Arquitectura y PhD (ABD) con su tesis “Fundamentos Historiográficos, Teóricos y Críticos de los años 50” dentro del Departamento de Composición Arquitectónica (ETSAM). Fueron Embajadores de la IV Bienal Arquia Próxima y Comisarios de “Menáge a Trois”, “F. A. Q.”, “Portfolio Speed Dating” y “Tres (2013) y Cuatro (2014-15) sesiones Al Borde de la Crítica” y de la exposición "Couples & Co.: 22 Mirror Stories of Spanish Architecture" en Berlín (2015), Hamburgo (2016) y Sevilla (2016). Han sido profesores en IED Madrid, MADinU Salamanca, Universidad Europea de Madrid, UCJC, ETSA Zaragoza USJ y Summer School AA (Londres). Viven en Riad (Arabia Saudí) desde agosto de 2014 y son profesores en Prince Sultan University y Alfaisal University respectivamente.
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