
© Fondazione Querini Stampalia | Fuente: hidden architecture
Construir el habitar es componer, medir, observar e imaginar cómo la vida transcurre entre las fraguas del tiempo y del espacio. En ese proceso no solo edificamos lugares, sino que también nos edificamos a nosotros mismos: somos tiempo y espacio, materia y memoria.
Construir es superponer y articular escenarios en los que la idea de habitar siempre remite al ser humano. No se trata únicamente de hacer, sino de saber: un saber que, como la pátina en la superficie de los materiales, permanece en cada huella y se revela en la dureza y en la bondad de la materia.
Construir es, en última instancia, construirse. Es reconocerse en el tiempo, adentrarse en el espacio hasta casi desvanecerse para luego “volver a ser”. En ese retorno, el ser humano se convierte en espacio: en un espacio que habla, que transporta y que revela hábitos, señala límites y deja entrever su historia en las comisuras rugosas de la piedra ya transformada, o en los meandros formados por el agua de la lluvia sobre las baldosas que de alguna manera aguardan su llegada, para diluirse en su propia naturaleza.
Construir es, también, sentir cómo cada instante de vida se fragua en una experiencia única: el habitar. Es edificar sin que el espacio sea del todo consciente de nuestra acción, solo hasta que, al vivirlo, le estamos otorgando un verdadero sentido.




