La pintora coruñesa muestra en la sede de la Fundación Paideia su última obra, la serie ‘Vil’, una colección de pinturas acrílicas sobre papel. Llevaba años sin exponer en su ciudad y ahora, al fin, lo hace con su obra más reciente. Isabel Taboada, primer premio del certamen Unión Fenosa, muestra desde hoy la serie ‘Vil’ en la sede de la Fundación Paideia. La pintora coruñesa afincada en Madrid, que tuvo entre sus maestras a las pintoras María Corredoira y Lolita Díaz Baliño, está ahora empeñada en la rehabilitación de su casa en Oza dos Ríos, donde quiere tener un estudio lo suficientemente grande como para dedicarse también a la escultura.
Ha traído cuadros de trazos negros, vigorosos y agresivos, marcados con el rojo -el color del fuego, de la sangre, de las lenguas que salen de bocas llenas de dientes dispuestos a morder-, que pertenecen a la serie Vil, su obra más reciente. Es pintura acrílica sobre papel y tiene algo de grafiti brutal. «Vil, viene de villano -explica ella-, de la gente que se suelta la lengua y dice tonterías, de la mala gente, de la España negra de Puerto Hurraco». También hay cuadros sobre tela -más antiguos, de los años ochenta-, en los que predomina una geometría de colores planos que compone grandes cabezas. Cabezas de frente, cabezas partidas, cabezas fragmentadas que hablan entre si pero quizá sin llegar nunca a entenderse. El pincel de Isabel Taboada es suelto y decidido y quizá su obra haya que relacionarla con el expresionismo, aunque ella detesta las etiquetas y ha hecho a lo largo de su carrera los suficientes cambios como para despistar. Por ejemplo, en la obra que expone ahora no hay nada de aquellos desnudos en los que los críticos vieron hace unos años ecos de Matisse, del que entonces tomó prestado el azul. O de una antigua etapa fauvista. «Es terrible, todos tratan de encasillarte», protesta: «Conoces a alguien y lo primero que intenta es saber dónde encuadrarte para quedarse tranquilo». Las rotundas líneas de su obra, la expresividad «agresiva y elegante» y su primitivismo son algunos de los aspectos en los que se han fijado los críticos. El viejo Laxeiro dijo que su pintura, «inquieta y rápida», «palpita»
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