El arquitecto chino Wang Shu, de 48 años, ha sido galardonado con el premio Pritzker 2012, considerado el Nobel de la Arquitectura, por una obra artesanal, respetuosa con el medio ambiente y de gran profundidad filosófica, en la que conviven de forma armoniosa tradición y modernidad.
«El hecho de que se haya elegido a un arquitecto chino supone un importante paso en el reconocimiento del papel que va a jugar China en el desarrollo de los ideales arquitectónicos. Además, el éxito del urbanismo chino en las próximas décadas será importante, no ya para China, sino para el mundo entero», el promotor del galardón.
Tres de las obras principales de Wang Shu son la Biblioteca del Colegio Wenzheng en la Universidad de Suzhou, el Museo de Historia de la ciudad portuaria de Ningbo y el Campus Xiangshan de Bellas Artes de Hangzhou, así como el pabellón de Tengtou-Ningbo en la Exposición Universal de Shangai.
Entrevista Alejandro Aravena | elpais
Anatxu Zabalbeascoa 15 ABR 2012
Cuando Alejandro Aravena (Santiago de Chile, 1967)
estudiaba arquitectura, su país era una dictadura a la que llegaba poca
información. Entre ese poco, conoció la obra del arquitecto portugués
Eduardo Souto de Moura, a quien, varias décadas después, un jurado del
que Aravena formaba parte le concedió el último Premio Pritzker. Tras
firmar numerosas facultades en la Universidad Católica de Chile y dos
edificios en la de Austin (EE UU), Aravena se empeñó en relanzar las
viviendas “incrementales”, las que crecen con las necesidades y
posibilidades de sus dueños, y con su estudio, Elemental, colaboró en la
reconstrucción de Constitución, la ciudad asolada por el terremoto de
2010. Su capacidad para trabajar desde la escasez le ha convertido en
uno de los arquitectos del momento.
Usted ha formado parte del jurado del Premio Pritzker con
solo 42 años. ¿Cómo llega un arquitecto joven a juzgar quiénes son los
mejores del mundo?
http://goo.gl/ihPXMU
En el bastión del Pritzker chino · Zigor Aldama
El País
Ningbo era una de esas horrorosas ciudades chinas en las que uno se
detiene solo si no le queda más remedio. El puerto, quinto mayor del
mundo, y los miles de fábricas de los alrededores son un potente imán
económico, pero hasta 2008 no había razón para entrar al centro urbano.
Aunque sus dirigentes se vanaglorian de la milenaria historia del lugar,
lo cierto es que del casco antiguo no queda piedra sobre piedra. Por lo
menos en su forma original. Porque, ahora, esta ciudad de la provincia
oriental de Zhejiang ha reinventado su historia para crear su peculiar
efecto Guggenheim.
http://goo.gl/q6Qytp